Familias chinas quieren tener más de un hijo a pesar de sanciones
Las leyes ancestrales en China han
ido cambiando con el tiempo, pero en lo que se refiere al número de
hijos que pueden tener, el estado establece que la mayoría se ajuste a
un niño por pareja, lo cual están tratando de evadir cientos de chinos.
Por: Elpais.com.co | AP Miércoles, Enero 4, 2012 - 2:40 p.m.
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Nacimientos por fuera de la ley
Menos de 1% de los 16 millones de nacimientos anuales "no se ajustan a la política de planificación familiar".
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Wu
Weiping, de 35 años, juega con su hija Wang Yile, de 4, y su hijo Wu
Yixiao, de 2 años, cerca de su casa en Zhuji, de la provincia de
Zhejiang en el este de China.
Foto: AP
"Era bueno para mí que nadie me viera, pero una fortuna para ellos también", dijo la mujer, de 35 años. Wu temía que las autoridades de planificación familiar se la llevaran y obligaran a abortar en un hospital. "Yo estaba dispuesta a pelear hasta la muerte si me pillaban".
Wu eludió a las autoridades y se sumó a una comunidad cada vez más desafiante de padres que han puesto en peligro sus empleos, sus ahorros y su integridad física por haber tenido un segundo hijo.
Aunque son un número pequeño, estos padres representan un cambio de opinión en lo que se refiere a los derechos de los individuos.
Antes quienes infringían en relativa oscuridad los límites oficiales de la natalidad eran principalmente las familias rurales. Hoy muchos infractores son personas urbanas, como Wu.
Con su argumento de que el gobierno debería abstenerse de dictar el número de hijos que cada quien está autorizado a tener, estos padres enmarcan su desafío en términos políticos abiertos.
Mediante diálogos y blogs por internet, un grupo reducido ha comenzado a expresar sus demandas a favor de una política de planificación familiar más liberal. El grupo confía además en un aumento de sus seguidores.
A pesar de los rígidos controles que pesan sobre la prensa en China, la difusión de historias de padres que han tenido más de un hijo constituye un indicio de que la manera de pensar de estas personas es de interés para la opinión pública.
Cuando se enteró de que su esposa esperaba un segundo hijo, Liu Lianwen estableció por internet un grupo de discusión llamado "Natalidad libre" para intercambiar información sobre la política de un sólo hijo y formas para eludirla. En menos de seis meses, casi 100 personas se integraron al grupo.
"Somos idealistas", dijo un ingeniero de 37 años cuya hija nació el 18 de octubre. "Queremos imprimir un cambio en la actitud de las personas que nos rodean mediante un cambio en nosotros mismos", afirmó el profesional, oriundo del centro de China.
En la China actual han sido anulados numerosos controles sociales que se impusieron durante la era dogmática del régimen comunista. Los chinos de hoy tienen el libre albedrío de escoger dónde vivirán, dónde trabajarán y con quién se casarán. Pero en lo que se refiere al número de hijos que pueden tener, el estado establece que la mayoría se ajuste a un niño por pareja.
Severas multas a los infractores y los mayores apuros económicos han sido factor que obligan a la mayoría el cumplimiento del límite de hijos. Muchas provincias presumen el acatamiento casi perfecto de esa política.
Es imposible saber cuántos niños han nacido de padres que infringieron la política de un sólo hijo, pero Zhai Zhenwu, director de la Escuela de Sociología y Población de la Universidad Renmin en Beijing, establece que menos de 1% de los 16 millones de nacimientos anuales "no se ajustan a la política de planificación familiar".
Liu piensa que las autoridades les han lavado el cerebro a sus conciudadanos chinos. "Todos creen que es glorioso tener una familia pequeña", señaló. "Treinta años de propaganda de planificación familiar modificaron la manera de pensar de los chinos sobre la cantidad de hijos".
Asimismo, la renuencia a la procreación es un problema que preocupa cada vez más a los demógrafos chinos.
Estos expertos han expresado preocupación de que la política de un solo hijo y el encarecimiento de la vida contribuyeron en conjunto a que la tasa de la fertilidad se precipitara a niveles muy bajos y demasiado rápido.
"La preocupación para China no es el crecimiento de su población, sino el envejecimiento veloz de la misma y la renuencia de los jóvenes a tener hijos", dijo Wang Feng, director del Centro Brookings-Tsinghua para Política Pública, un centro chino-estadounidense de investigación académica con sede en Beijing.
Wang anticipa un desastre inminente ante el envejecimiento de los habitantes y las jubilaciones a las que llegarán las numerosas personas que nacieron en grandes números en la década de 1960.
En el futuro, la fuerza laboral de China tendrá dificultades para la manutención de los jubilados debido a su marcada reducción a causa de la política de que las parejas tengan hijos únicos.
El experto arguye que el gobierno debería de permitir a todos tener al menos dos hijos. Pronosticó que muchos chinos de todos modos tendrían un sólo hijo debido a las preocupaciones de éstos en torno a su capacidad económica para criar más de un vástago.
Las sanciones a los infractores son severas. Quienes sean sorprendidos deben pagar una "cuota de compensación social" que puede ser equivalente a entre cuatro y nueve veces el ingreso anual de la familia, dependiendo de la provincia y el capricho de la oficina local de planificación familiar. Los padres que trabajan en el gobierno pueden perder su empleos o ser descendidos de nivel, y sus hijos nacidos "fuera de la política de planificación familiar" corren peligro de que se les niegue la educación o la atención de salud.
Quienes no trabajan para el gobierno tienen menos de que preocuparse. Si tienen dinero para pagar la cuota elevada y no les interesa la pérdida de prestaciones sociales, no hay nada que les impida tener otro hijo.
Existe cierto enfado popular hacia este tipo de favoritismo para los ricos pero no hay mucho que puedan hacer en contra de ella los civiles ordinarios, en virtud de que la aplicación de la política natal queda al albedrío exclusivo de la dirección comunista en Beijing.
En 2007, las autoridades de la provincia costera de Zhejiang pretendían difundir los nombres de las familias ricas que tuvieron hijos adicionales a fin de exponerlas.
Sin embargo, la iniciativa jamás prosperó, posiblemente debido a que amenazaba con empañar la reputación de muchísimas personas que tienen influencias en el gobierno.
Las personas a las que se aplica con mayor rigor las reglas de planificación familiar son lo padres de la clase media urbana que tienen empleos en el Partido Comunista, que son maestros o que ocupan cargos en empresas estatales.
Li Yongan tuvo que pagar por disposición de la autoridad 240.000 yuanes (37.500 dólares) después del nacimiento de su hijo en 2007 debido a que ya tenía una niña de 13 años.
Como Li se rehusó a pagar la cuota se le negó el permiso de registro de residencia para su hijo (que confiere prestación de servicios públicos) y se le obligó a que pagara tres veces más por el jardín de niños.
Li fue separado de su empleo como maestro de física en una universidad estatal en Beijing. "Jamás he lamentado haber tenido a mi segundo hijo, pero he vivido durante años con ira y depresión emocional", expresó Li, quien tiene dificultades para ajustar su gastos como profesor independiente de ajedrez.
Por supuesto que existen medios ilegales para eludir las sanciones, pero no son infalibles: pagar un soborno o falsificar documentos para que, por ejemplo, un segundo hijo quede registrado como gemelo de un hijo mayor. Otra alternativa a veces es que los segundos bebés sean registrados con parientes que no tienen hijos o con familias rurales a las que se permite un segundo hijo pero que no lo han concebido.
Wu, la mujer que hacía sus salidas matutinas intentando que nadie la viera, dijo que jamás tuvo la intención de infringir la regla de un sólo hijo.
Asegura que recurrió a tratamientos de fertilidad para concebir su primer hijo, que fue una niña llamada Le Le (Feliz), y se sorprendió cuando un médico le dijo que esperaba otro hijo para agosto de 2008.
Ella dijo que la noticia provocó una "guerra fría" que duró un mes con su esposo. Ambos comían en silencio y se ignoraban. Ella quería tener al bebé, pero él no.
Después de unas semanas él aceptó la idea, explicó Wu con una sonrisa de satisfacción.
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